Metodologías activas: el cambio que necesita la educación hoy

Los tiempos cambian y las necesidades de las personas también. En la educación, esto significa que las formas de enseñar deben adaptarse y dar a los estudiantes las herramientas necesarias para tener éxito en un mundo donde memorizar información ya no es suficiente.

Una de las formas en que la educación puede enfrentar este desafío es a través de las metodologías activas, que se centran en los estudiantes y en enseñarles habilidades importantes para cada materia. Estas estrategias ven el aprendizaje como un proceso en el que los estudiantes construyen su conocimiento en lugar de solo recibirlo. La psicología cognitiva ha demostrado que la memoria se organiza en redes de conceptos relacionados, y la nueva información se conecta a estas redes existentes. Dependiendo de cómo se haga esta conexión, la nueva información puede o no utilizarse para resolver problemas o reconocer situaciones.

Podemos decir que las metodologías activas son formas interactivas de enseñar y aprender, donde hay una comunicación activa y conexión entre profesores, estudiantes y materiales de estudio.

En este tipo de metodologías, el enfoque en el aula cambia del profesor a los estudiantes, quienes deben estar más involucrados que en las clases más tradicionales.

Otro elemento importante que respalda el uso de las metodologías activas es el aprendizaje autodirigido, que implica desarrollar habilidades para evaluar la dificultad de los problemas, comprender textos, utilizar estrategias alternativas y evaluar su propio progreso en el aprendizaje. Durante este tipo de aprendizaje, los estudiantes trabajan en equipo, discuten, argumentan y evalúan constantemente lo que aprenden. Las metodologías activas utilizan estrategias para apoyar este proceso.

Finalmente, estas metodologías enfatizan que es importante enseñar a los estudiantes en situaciones que se relacionen con problemas del mundo real o la práctica profesional. Deben enfrentarse a situaciones similares a las que encontrarán en su futura carrera. Esta forma de enseñanza, llamada contextualización, ayuda a los estudiantes a tener una actitud positiva hacia el aprendizaje y los motiva. También les permite enfrentarse a problemas reales, con dificultades y complejidades similares a los que enfrentarán en su trabajo.

Una de las razones principales para usar metodologías activas es que deseamos que los estudiantes comprendan realmente lo que están aprendiendo, en lugar de simplemente memorizar para un examen. Muchas veces, los estudiantes solo recuerdan lo necesario para aprobar, pero no logran establecer conexiones entre diferentes temas o asignaturas. Las metodologías activas ofrecen una alternativa interesante a la educación tradicional, ya que ponen más énfasis en lo que el estudiante aprende en lugar de lo que el profesor enseña. Esto conduce a una mayor comprensión, motivación y participación del estudiante en el proceso de aprendizaje.

Las principales características de las metodologías activas de enseñanza-aprendizaje son:

  • Son productivas: El aprendizaje se ve como un proceso constructivo en el que los estudiantes construyen su propio conocimiento, en lugar de solo recibir información pasivamente.
  • El estudiante está en el centro: El estudiante asume un papel principal en su aprendizaje, participando activamente y reflexionando sobre lo que aprende.
  • Son funcionales: Estas metodologías se basan en situaciones y problemas del mundo real y la práctica profesional, para que los estudiantes puedan aplicar lo que aprenden en su vida cotidiana y futura carrera.
  • Son transferibles y duraderas: Lo que los estudiantes aprenden a través de estas metodologías se puede aplicar no solo a otras asignaturas, sino también en la vida real.
  • La evaluación es un proceso visible y abarcativo: La evaluación no se limita a pruebas y exámenes, sino que se realiza de manera continua y se tiene en cuenta en todos los aspectos del aprendizaje.

Cuando comenzamos a lograr estos objetivos, se vuelven evidentes las ventajas y beneficios de aplicar metodologías activas de enseñanza en las escuelas:

  • Mayor comprensión del mundo: Los estudiantes pueden comprender mejor el entorno en el que viven y cómo interactuar e intervenir de manera positiva en él.
  • Motivación e interés: Estas metodologías permiten relacionar los intereses de los estudiantes con los contenidos del currículo, lo que aumenta significativamente su motivación e interés por aprender.
  • Participación y debate: Se fomenta la participación activa, el debate y la comunicación entre profesores y estudiantes, así como el desarrollo del pensamiento crítico.
  • Aprendizaje a través de la indagación y la experiencia práctica: Se promueve el aprendizaje mediante la investigación, el descubrimiento y la experiencia práctica, lo que facilita una comprensión más profunda de los conceptos.
  • Resolución de problemas: Los estudiantes aprenden a resolver problemas comunes en la vida de manera rápida y efectiva, desarrollando habilidades prácticas y aplicables.
  • Aprendizaje autónomo: Estas metodologías fomentan el aprendizaje autónomo, permitiendo que los estudiantes asuman un papel activo en su propio proceso de aprendizaje.

Algunos ejemplos de metodologías activas que se pueden aplicar en el aula son:

Aprendizaje basado en proyectos (ABP): Consiste en diseñar y realizar un conjunto de tareas relacionadas con un tema específico. Puede involucrar a varias asignaturas y culmina con una presentación o producto que muestra lo que los estudiantes han aprendido.

Aula invertida o Flipped Classroom: En esta metodología, los estudiantes adquieren conocimientos fuera del aula, a través de materiales multimedia u otras fuentes, y el tiempo en clase se utiliza para actividades interactivas, resolución de dudas y trabajo en grupo, mientras el profesor actúa como guía o asesor.

Aprendizaje basado en problemas: Se plantea un problema en clase que los estudiantes deben resolver y encontrar la mejor solución. Trabajan en equipo, investigan, recopilan información, analizan y debaten. El profesor desempeña el papel de guía, brindando orientación y sugerencias.

Estos son solo algunos ejemplos, pero existen muchas otras metodologías activas que se pueden adaptar según las necesidades y contextos de cada aula. La clave está en promover la participación activa de los estudiantes, el aprendizaje significativo y la conexión con el mundo real.

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