La educación debe replantearse constantemente las formas en las que apoyar a las infancias y juventudes en su desarrollo, dándoles las herramientas que necesitan para crecer como personas y desenvolverse en un futuro.
Para ello durante los últimos años ha surgido una serie de dinámicas que pueden ser de gran ayuda, un ejemplo de ello son las rutinas de pensamiento, que pueden aplicarse en diferentes momentos de una clase, pero que también son de gran utilidad fuera de la sala de clases.
Las “rutinas de pensamiento” son patrones o hábitos mentales que las personas desarrollan y utilizan de manera recurrente al procesar información, enfrentar problemas o tomar decisiones en su vida cotidiana. Estas rutinas son estrategias cognitivas que nos ayudan a simplificar y organizar la gran cantidad de información que enfrentamos diariamente. También pueden influir en cómo interpretamos eventos, interactuamos con otras personas y en cómo formamos nuestras opiniones y creencias.
Estas rutinas de pensamiento son útiles porque nos permiten procesar rápidamente la información y tomar decisiones eficientes en nuestra vida cotidiana. Sin embargo, también pueden llevarnos a cometer errores de razonamiento o a sesgos cognitivos si no somos conscientes de su influencia en nuestras decisiones.
Beneficios en el aula
En entornos educativos, las rutinas de pensamiento se utilizan como herramientas pedagógicas para mejorar el pensamiento crítico, la reflexión y la comprensión de los estudiantes. Los docentes pueden fomentar el uso de rutinas de pensamiento para ayudar a los alumnos a desarrollar habilidades de pensamiento más profundas y significativas.
El principal beneficio de implementar rutinas de pensamiento en educación es que promueven y desarrollan habilidades de pensamiento crítico, metacognición y aprendizaje activo en los estudiantes. Al fomentar estas habilidades cognitivas, los estudiantes pueden adquirir una comprensión más profunda y significativa de los conceptos que están aprendiendo. Aquí hay algunos aspectos destacados sobre los beneficios de estas rutinas en el ámbito educativo:
Las rutinas de pensamiento son una excelente herramienta para el desarrollo de pensamiento crítico, ya que desafían a los estudiantes a analizar, evaluar y sintetizar información. Al aprender a cuestionar, comparar, contrastar y razonar, los estudiantes pueden abordar problemas de manera más crítica y desarrollar habilidades de toma de decisiones fundamentadas.
Otro beneficio es que fomenta el proceso de metacognición, pues al reflexionar sobre su propio proceso de pensamiento a través de las rutinas, los estudiantes se vuelven más conscientes de cómo aprenden y comprenden. Esto les permite ser más efectivos en su estudio y autorregulación del aprendizaje.
Al obligar a los estudiantes a hacer conexiones significativas entre la nueva información y su conocimiento previo, las rutinas de pensamiento fomentan una comprensión más profunda y duradera de los conceptos. Además, al utilizarlas en diversas asignaturas y situaciones, los estudiantes pueden aprender a aplicar sus habilidades de pensamiento a diferentes contextos, lo que facilita la transferencia de conocimiento.
Las rutinas de pensamiento fomentan la participación activa de los estudiantes en el proceso de aprendizaje. Al interactuar con las preguntas y tareas de manera significativa, se involucran más en el contenido y desarrollan una mayor motivación intrínseca para aprender.
Hasta aquí todo suena muy bien, pero ¿cuáles son? ¿cómo se llevan a cabo? Acá te dejamos algunos ejemplos:
¿Qué sé? ¿Qué quiero saber? ¿Qué aprendí? (KWL): Esta rutina se utiliza para activar el conocimiento previo de los estudiantes sobre un tema antes de comenzar una lección. Los estudiantes responden a tres preguntas: qué saben sobre el tema (K), qué les gustaría saber (W) y finalmente, después de aprender, lo que han aprendido (L).
Pensar, preguntar, explorar (TPE): Los estudiantes generan preguntas sobre un tema específico, después exploran posibles respuestas y, finalmente, reflexionan sobre lo que han aprendido.
Análisis FODA (Fortalezas, Oportunidades, Debilidades, Amenazas): Esta rutina se utiliza para evaluar una situación, proyecto o idea. Identifica las fortalezas y debilidades internas, así como las oportunidades y amenazas externas.
Pensar en voz alta: Los estudiantes expresan en voz alta sus pensamientos mientras abordan un problema o un texto, lo que les ayuda a reflexionar sobre su proceso de pensamiento.
Ver, pensar, preguntar (VTP): Los estudiantes observan una imagen o un video, comparten lo que ven, reflexionan sobre lo que puede estar sucediendo y luego formulan preguntas basadas en la imagen o el video.
5 Porqués: Es una rutina utilizada para indagar sobre la causa raíz de un problema. Los estudiantes hacen una pregunta inicial y luego siguen preguntando “¿por qué?” cinco veces para llegar a la causa subyacente.
Comparar y contrastar: Los estudiantes analizan similitudes y diferencias entre dos o más elementos, como personajes de un libro o eventos históricos.
Toma de perspectiva: Los estudiantes asumen diferentes roles y perspectivas, como si fueran un personaje histórico o una figura literaria, para entender mejor sus motivaciones y decisiones.
Conexiones personales: Los estudiantes relacionan la información nueva con sus experiencias personales para construir una comprensión más significativa.
Pregunta esencial: Los estudiantes generan una pregunta abierta que guiará su investigación y reflexión sobre un tema durante un período de tiempo más largo.
