La investigación científica ha demostrado que existen sesgos de género en el campo de la medicina. Estos sesgos van desde el desconocimiento de la sintomatología específica de enfermedades en mujeres hasta retrasos en los diagnósticos. Estas disparidades de género en la medicina se deben al androcentrismo, que es cuando se da prioridad a la perspectiva masculina en lugar de considerar las necesidades y experiencias de las mujeres.
El androcentrismo en la medicina genera un sesgo de género, ya que las mujeres pueden ser invisibilizadas o relegadas a un papel pasivo en lugar de ser reconocidas como actores activos en su propia salud. Esta visión parcial del mundo tiene consecuencias en diferentes aspectos, incluyendo la salud. Pero, ¿en qué consiste exactamente este sesgo de género en medicina?
Un ejemplo clásico para entender cómo afecta la perspectiva androcéntrica a la salud de las mujeres es el caso del infarto. Generalmente, se sabe que los síntomas de un infarto en los hombres son dolor en el pecho o molestia en el brazo izquierdo. En efecto, estos son los síntomas de un infarto… en hombres.
En cambio, en las mujeres, un infarto puede presentarse con dolor abdominal, angustia y malestar general. Lamentablemente, no es raro que las mujeres acudan a servicios de urgencias, se les diagnostique un ataque de pánico y, finalmente, mueran por un infarto porque no se les brindó atención a tiempo.
¿Por qué ocurre esto? El modelo de estudio para el infarto se ha basado en sujetos masculinos, y esa información se ha extrapolado a las mujeres, asumiendo que todos los cuerpos son iguales, excepto en lo relacionado con lo reproductivo. Esta dinámica se repite en el diagnóstico y tratamiento de diversas enfermedades, como las respiratorias, infecciosas, relacionadas con la salud mental, y muchas más, además de las pruebas en medicamentos, para las cuales normalmente no consideran a las mujeres.
En resumen, el sesgo de género en medicina implica una falta de comprensión y reconocimiento de las diferencias en la presentación de enfermedades entre hombres y mujeres. Esto puede llevar a retrasos en los diagnósticos y a un tratamiento inadecuado para las mujeres, poniendo en riesgo su salud y bienestar.